Esly Josué Ferrer, el joven migrante que dedica su vida en Colombia a la labor social

27 julio 2024

Todos los días Josué se levantaba muy temprano para dirigirse desde su casa hacia su lugar de trabajo, sin embargo, la seguridad se empezó a complejizar enormemente en su urbanización, razón por la cual decidió migrar hacia Colombia y el 8 de febrero del año 2017 llegó a la heroica, “Cartagena”.

Rápidamente se radicó en un pueblo conocido como Arjona – Bolívar, un lugar de personas humildes, y con ochocientos mil pesos en su bolsillo comenzó su vida allí. Con 21 años de edad, Josué abrió su propio camino y empezó a conocer a varios colombianos que le “tendieron la mano” y lo llevaron a trabajar. Primero llego a la construcción en donde estuvo una semana, pero una llamada de su madre quien estaba en Venezuela le cambiaría su vida para siempre, pues en esta, su mamá le decía que continuara con su vida en Colombia, ya que el regresar a su país natal significaba exponerse a muchos riesgos, por esa razón decidió radicarse en este país.

Así, viajó hasta Barranquilla y posteriormente, fue deslumbrado por “la sucursal del cielo” y poco tiempo después, decidió viajar a esta ciudad. Debido a su gracia y don de gentes, el mismo día que llegó a Cali, conoció a algunas personas que hallaron gracia en él y decidieron ayudarlo, fue tanto el cariño recibido que al siguiente día ya se encontraba laborando en un almacén de venta de muebles.

Estando en Cali los retos seguían, debido a la necesidad de sellar su pasaporte, se vio en la obligación de viajar hasta la frontera con Ecuador, en donde fue sorprendido por la cantidad de familias venezolanas que habían salido de su país en búsqueda de una nueva oportunidad de vida.  “Había muchas familias con maletas llenas de sueños”, afirmó y justo en ese momento, Josué se dio cuenta de la realidad que se estaba viviendo en su país, situación que lo dejo enormemente tocado por la cantidad de NNAJ y adultos mayores que necesitaban protección especial. Ese mismo día recibió una invitación para conocer la ciudad pastusa e inmediatamente decidió radicarse en la ciudad sorpresa de Colombia, San Juan de Pasto.

En este lugar además de contar con un trabajo convencional, Josué poco a poco fue reconocido por la población migrante como uno de los líderes más influyentes de la región, por lo cual fue invitado a integrar una de las asociaciones de atención a población migrante. En Pasto, se creó la Mesa Técnica de Atención a Migrantes (MECAP) en donde  fue invitado a participar, su integración a este espacio le permitió acceder a muchas oportunidades de fortalecimiento personal y académico; prontamente otras agencias reconocieron su trabajo y lo invitaron a varios de sus proyectos, como lo fue FUNDEPAZ, organización que además de brindarle una oportunidad laboral, también le ayudó a crear su propia asociación llamada “Asociación para el Desarrollo y Promoción Integral de los Derechos Humanos”. El nombre de esta organización no hace referencia a población venezolana puesto que la proyección de sus integrantes es lograr ayudar a migrantes de distintos países que se encuentren en situación de vulnerabilidad y requieran algún tipo de asistencia.

“Los mejores líderes son aquellos que tienen una respuesta inmediata hacia una persona que se te acerca en un estado muy vulnerable”, afirmó Josué Ferrer

Con el tiempo, junto con su equipo de trabajo han ido labrando un arduo camino para la búsqueda de recursos con miras a la ayuda de población migrante y en este sentido, como afirma Josué, el Servicio Jesuita a Refugiados fue la primera organización que dio una primera respuesta positiva e inmediata.  “Lo que hago en este momento lo hago de corazón, de la manera más humilde y he logrado fortalecer mi hoja de vida y mi vocación que es lo más importante, yo inicié todo esto sin esperar nada a cambio y de repente la vida me dio un vuelco y realmente no me imaginé estar aquí, haciendo toda esta labor social. Miro atrás y han pasado casi 5 años desde que salí de Venezuela y es sorprendente porque salí de 21 años y ahora voy a cumplir 27 y he aprendido muchas cosas, todo esto me ha servido para afianzarme y creer en mí y ser la fortaleza de otros jóvenes migrantes”, aseguró.

Hay venezolanos en la esquina de un semáforo trabajando, pero en las noches ese venezolano llora porque su mamá está en Venezuela enferma y aparte de tener que enviar dinero, tiene que pagar la energía, el agua, el arriendo y la alimentación. Las personas desconocen el trasfondo de las historias de los migrantes
Esly Josué Ferrer, Promotor Social